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Mostrando entradas de diciembre, 2008

Luger to the talent of the tiger

El talento del tigre estalla en el segundo en que está a un segundo de la yugular de su víctima. Hasta entonces podría formar parte de la galería de las puertas por abrir, o del silencio, porque el tigre no es ni el felino más rápido ni el rey de la sabana, ni siquiera está en suficiente peligro de extinción como para tener la especialidad de los días de verano con lluvia. El talento del tigre, que aniquila el instante en el que está a las puertas de matar y así cerrar las puertas, descansa lo que queda del día en la parte de atrás de la córnea, de la misma manera que lo hace un el diccionario de un poeta, siempre con una palabra detrás de los ojos, esperando verse atravesada por una bala para explotar hasta la boca. Por eso ansío besarte 9mm parabellum: para que me revientes.

La imposibilidad de la poesía, que diría un vate

( en proceso, que conste ) Ahora que tengo tiempo, ahora que el trabajo de mierda me está dejando tiempo para tomarle la temperatura a tus vientos y saber por dónde sopla el que más (me) calienta, para saberte de carrerilla las geografías y hacer matrícula cum laude en las orillas de tus continentes, hasta desbordarte, para hacer el desayuno para enfriar el desayuno con el tiempo que el tiempo tarda en dejarnos vacíos de ganas, para rascar del sol de diciembre los restos de nuestros bronceados, hacer sonar las llaves de las puertas de las cosas simples que se esconden en el fondo de nuestra habitación. Ahora que tengo tiempo, ahora que los domingos merecen su nombre y nosotros sus apellidos y con estas credenciales asaltar los carteles de las marquesinas las carreteras recién abiertas, los bares las barras de los bares los escenarios de los bares los baños de los bares; ahora que tengo tiempo para pasar las tardes de frío, como diría cualquier lírico, durmiéndote las horas / en las hor...

Alergia

( Tribuna Universitaria, 9dic08 ) No podía evitar pensar en lo estúpido que sonaba mientras lo tenía delante. Me lo acababan de presentar, entre dientes con un cigarro entre los dientes, entre una calada y otra decía: me ocurre cuando me imagino en el infarto de miocardio en medio de un parque-público-vacío, en el coche averiado en una carretera desierta, y entonces punzadas intermitentes que iluminan mi intestino. Alergia a la soledad: tos, abscesos e incluso asma cada vez que alguien se largaba de una habitación. Estuvimos bastante tiempo juntos en aquella convención del 81, en salas de reunión impersonales y en ascensores demasiado pequeños, y me dio su tarjeta y yo le di mi número, y a veces, después, llamaba a última hora de la noche; él vivía en Detroit y por aquel entonces, entonces me acababa de mudar yo a Virginia. Pasábamos noches enteras hablando por teléfono. Pasamos la Nochevieja del 86, la de la ola de frío, hablando por teléfono. De su soledad, del miedo; el miedo a la s...

Psicoanálisis

sobre un verso de Manuel Vázquez Montalbán Los poetas somos como la flor que se remueve inquieta en el jardín por no haber nacido bomba.